La calma, la tormenta y el cultivo

¿Nunca sentiste esas inconmensurables ganas de decir "todo estaba bien hasta que llegaste vos"? Sentís que todo se va a ir irremediablemente al carajo si convertís esa llegada en una bienvenida...
Hay estadías que son ingratas y aún así nos hacen sentir el morbo de la tentación que provoca el rechazo. Es un quilombo de sentimientos encontrados, no le des bola.
Tenés ese pequeño y gravemente controversial deseo de tirar todo a la mierda y entregarte a un instante de vuelo... aún sabiendo que nadie te dio alas y esto ni siquiera es una práctica... es la vida real. Antes de que te des cuenta, ya estás con la cara desfigurada y un montón de curiosos mirándote agonizar. (A la mierda que me puse fúnebre).
En la vida no hay un "Check Point", no tenés "respawn"... tomás una mala decisión y la pagás, así de simple. Acá no hay una carta que te salve el mazo, no hay una esfera brillante que te de una vida más. Lo arruinás con alguien y la marca queda.
Por supuesto que existe el perdón, nadie contradice... pero un "perdoname" no sana el daño moral. No, lamentablemente esa palabra no cura. Si encontráramos útil que ciertas palabras curan, no existirían guerras de ningún tipo.
Hay que ser prácticos. "Jugá bien las fichas, porque tenés pocas", me dijo alguien en medio de una batalla final. La perdí... perdí la batalla, la guerra, las fichas y las ganas de ser práctica. Más tarde me encontraba metiendo fichas en cualquier Flipper y sacando cupones intercambiables por puñales.
A esta altura del partido me pudrió ese juego. Ya recolecté suficientes puñales para ponerme un local de cuchillería fina y llenar el bolsillo de cuentos sin moraleja.
No todo lo que brilla es oro. Como buen cuervo, debería haber aprendido que picotear en campos de luciérnagas y salir al vuelo sin haber limpiado las alas, es sinónimo de estupidez y falsa ilusión.
Como bien sabemos, las ilusiones engañosas atacan a los más despistados. ¿En qué momento me convertí en una despistada? ¿Cuándo fue el día en el que decidí dejar de apostar fuerte?
Hace meses que no tengo uno de esos arranques apasionados de emprender algo... hace meses que siento que mi misión de trascender está en un "stand by" constante.
Nací con la terrible afición del hacer y hoy estoy sentada detrás de un monitor. Lo único que me salva de estar en blanco, es este texto que estoy dando a luz con atisbos de energía de lo que solía ser un huracán.
Siempre jugué para el equipo de los que estaban haciendo algo por cambiar lo que estaba mal. Ahora es como si hubiera perdido el juicio sobre el bien y el mal.
Charly sabía que quería cantar, Borges supo que quería escribir... todo parece simple cuando uno tiene en claro lo que quiere hacer, pero... ¿cuántas lagunas tuvieron que superar ellos para saberlo?
No se a dónde apunto, pero quiero que sea alto. No se a dónde voy, pero quiero que sea cómodo y seguro.
No se si estoy haciendo las cosas por mí... o por lo que todos esperan de mí. Esa es la confusión más triste que alguien puede tener.
Lo único que entiendo es que me gusta esconder pedacitos de mí entre palabras, que esto me relaja... que hay millones de personas en el mundo sintiendo lo mismo que yo y eso me hace sentir más humana.

¿Sabés que pasa? Desconozco mi potencial, pero se que me ha traido buenas recompensas cuando lo he sabido usar. Todo se basa en voluntad.
No es egolatría ni vanidad, menos que menos, pero siento -y reconozco que ya lo he dicho- que uno puede hacer cualquier cosa que se proponga, en tanto esté a su alcance... y si no se escatima ese "alcance", entonces es mucho ... y mucho no es poco... y poco es más que nada.
A veces me analizo sobre la marcha y nunca borro lo que escribo si siento que el texto puede tener un giro. Es necesario expresar primero lo que está mal e ir corrigiéndolo a medida que escribo. Como una charla con un amigo que te hace cambiar de parecer, pero con uno mismo.

Estoy en blanco porque sigo apostando fichas a esos Flippers que me tiran cupones inútiles. Basta de cuentos sin moraleja. Basta de volar sin práctica...
Espontaneidad no es entrar sin golpear a la casa de un desconocido. Espontaneidad es el resultado de acumular herramientas para usarlas en el momento en el que sean necesarias.
Basta de hacer las cosas mal por darle un cuentagotas al reloj.

Gracias, querido lector, por haber compartido conmigo otra aventura escrita.
Si te sirviera en lo más mínimo, entendelo como el regalo más preciado que este texto y yo pudimos haber recibido en la vida.

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