Una carta de amor.

"Hoy, amor, como siempre, el diario no hablaba de tí ni de mi...", cantan Sabina y Baglietto en mi oído.
Y yo, sin necesitar uno de esos días clave, te recuerdo. Ni un tercer domingo de abril, ni un doce de noviembre. Todos los días, un poquito.
No, amor, el diario no va a hablar de vos.
Tiemblo al escribir. No se si es el frío, dudo que sean los nervios. Lo que yo se, es que cada vez que tengo ideas, estás en mis manos.
Lo bueno, es que no necesito escribirte. Sentís lo mismo que yo y estás ahí, donde parece que falta algo.
¿Sabés? Un año atrás me seguía martirizando, pensando una y otra vez: "Nunca se lo dije".
Pensaba que era necesario decirlo, hasta que te apareciste en ese sueño, con tu camiseta negra y las clavas. "Pintame, que tengo que actuar". Y ahí nomás agarré ese delineador azul y te escribí un "Te amo" bastante loco, que se mezclaba con unas ondas que simulaban una brisa en tu cara. Me miraste con esa cara de: "Siempre lo supe, nunca necesitaste decirlo".
Me animé a mi misma, en medio de este reencuentro onírico.

No sabría si pedirte perdón por no haber entendido esa despedida, a la salida de aquel recital. No se si necesitás que te lo pida.
Estaba enojada. Me habías dicho esas cosas que se dicen dos cuando se enojan, que en realidad ni siquiera piensan. Y yo seguía enojada, como una imbécil.
Pero vos supiste que ese último abrazo quedó marcado a fuego en mi espalda, en mi pecho. No fingí cariño. El amor estaba ahí, en el medio. Lo único que fingí fue, por un segundo, no haber estado enojada. Desearía no haberlo estado.

"Todo siempre se podrá elegir [...] y si acaso no brillara el sol y quedara yo atrapado aquí, no vería la razón de seguir viviendo sin tu amor..."

Hoy escucho esas canciones que juran que uno no tiene que explicarse nada y te prometo que ya no busco explicaciones. Tan solo entiendo...
Sentía que todo había sido tan estúpido... 
Manos hábiles, que siempre habían sabido ser grandiosas artistas... pintando ahora un cuadro horrible. Esas manitos deberían estar hoy creando arte, con tu violín, con esas clavas, con las tijeras... parecía cada vez más ilógico.

Todos repiten una y otra vez: "Hay que superarlo". Yo creo que no se supera... simplemente deja de doler, para convertirse en una enseñanza más. Y, claro, un recuerdo extrañamente feliz.
De algo me arrepiento, porque uno se tiene que arrepentir de aunque sea una cosa. Yo me arrepiento de no haberme quedado un ratito más esa tarde de junio. Me arrepiento de no haberme ido con vos, en vez de acompañar a esa banda de inútiles a ser adolescentes una noche más. Si me hubiera ido con vos...
"Si hubiera...", verbo de porquería. Conjugado para arruinarnos la vida, para hacernos pensar en lo que fue, en lo que pudo haber sido y en lo que jamás será.
Si saco los "hubiera", me puedo quedar con lo que realmente fue y aún así, sentir que las palabras queman. Es inevitable.

Ahí, donde todos creen que estás, me senté. "¿Para qué llevás la guitarra?", preguntó papá. Creo que se sentía medio ofendido, pero no te podría decir algo que no se bien.Te juro que en ese momento no recordaba los acordes. Creo que empezaba con un La menor, pero lo arranqué en Fa, como en la parte del estribillo. A fin de cuentas, te pude cantar esa que nos erizaba la piel y decía:


"...voy a abrazar mis sueños,
 no los dejaré escapar.
Iré a donde me lleven,
porque me hacen fuerte.
Me hacen ser quien soy
Y voy a demostrarte que esto
es lo que siempre debí hacer..."

Y al terminar, sentí esa frase preciosa que te desgarra el corazón... esa que dice: "No lo olvides, nuestros sueños nos mantienen vivos". Y te vi ahí. Parada frente a mí... mientras la abuela me abrazaba. Sonreías. Sonreías con una sonrisa joven, con una sonrisa sana de hace muchos años atrás.
La paz que me inundó en ese momento, tiene nombre. Tiene nombre, apellido y una vida hermosa por delante. Esa paz era yo, entera, ya no más a pedazos. Eso que estaba roto en mí, se arregló repentinamente, con esa sonrisa etérea.
 Había dejado de doler.

La niña que vive en mí dejó de andar en penas, errante en un cuarto oscuro. Esa chiquita que me salía en los ojos, volvió a mirar al mundo con amor.

Hoy no busco explicaciones, solo entiendo que todo pasa por una razón.
Camino por la vida abrazando al aire y por donde piso, crecen flores de todos los colores que existen.
Pero tenés que saber que sin tu sonrisa, nada hubiera sido posible.
¿Que te amo?, lo sabés. ¿Que estoy arrepentida?, ya no importa... 
Lo que me aterra es alguna vez olvidarme de tu voz, de la calidez de tus saludos, de ese pecho enardecido, lleno de promesas... temo por mi memoria, pero es un temor necio. Es imposible olvidar aquello que es inmortal, aquello que vive y convive con nosotros todos los días, en el corazón.

Dieciséis años mirando por la ventana, dos meses disfrutando de lo que había en mi hogar. Y, a pesar de todo esto, siento que nunca te perdí.

Hoy, amor, como siempre, el diario no hablaba de tí ni de mí... pero eso ya no importa. Yo siempre voy a hablar de vos y vos siempre vas a hablar a través de mis manos.

La inmortalidad, lector... la inmortalidad se reduce simplemente al hecho de saber seguir vivo aún sin estarlo físicamente. Inmortalidad, es el disfrute de la presencia y el peso de la ausencia.
Y de esta manera, te dejo pensándolo tranquilo.
Gracias por leerme.





Cuando cae el sol

No es en ese momento, exactamente. Es más tarde.
Para ser exacta, en el momento en el que me acuesto a dormir.
Hace un par de años, mis viejos no entendían por qué "dormía" tanto. Me la pasaba encerrada en mi cuarto, acostada en mi cama... con la luz apagada... inmóvil.
No los acuso si pensaron que dormía, pero no es lo que estaba haciendo.
Lo digo ahora, porque sino me lo guardo y capaz que a alguno le resulta interesante esto que me pasaba y me sigue pasando ahora, pero en menor medida.

Ese evento, el de estar cómoda, calentita, en medio de la oscuridad, propicia otro evento muchísimo mejor.
Este último se trata de algo que se me hace bastante complejo de explicar, pero me lanzo como puedo a la piscina de esta extrañeza. 

Cuando apago la luz, mi mente se enciende. Es lo que seguramente te pasa a vos, lector, cuando te ponés a pensar hasta que te dormís.
Bueno, en ese mismo campo, yo imagino.
A veces soy un caballero que tiene que enfrentar una encrucijada, salvar un reino, asesinar un dragón. Otras veces soy una oficinista que encuentra el amor en los brazos de un espía y, sin querer, me meto en medio de una misión y termino ayudándolo a desenmascarar una mafia.
No se si me explico.
Es buenísimo, porque todo se ve real, el espacio es perfecto, los tiempos también. Puedo organizar las cosas dentro de mi mente: Ese cuadro, lo quiero allá. Voy a sacar el reloj que está en la pared. Allá va a haber un árbol. Ahora va a entrar una chica por la puerta... mm, no, que sea un poquito más jovencita.
Y aparecen... aparecen repentinamente donde yo quiero que estén.

A los trece años me fascinaba y se había convertido en un vicio. Me acostaba a cualquier hora del día, así fueran las seis de la tarde. Apagaba la luz y entonces, un mundo que era de mi propia creación, aparecía frente a mí. Yo elegía quién quería ser, qué quería hacer y dónde quería estar.
 Recuerdo haber sido un hombre adinerado que perdía todo de un día para el otro, también haberme metido en el cuerpo de una esclava negra que anhelaba libertad... inclusive en el papel de animales parlantes, como en los dibujos animados.
Ya para los dieciséis lo empecé a dominar mejor. A esa edad, cerraba los ojos un ratito, sin necesitar mi habitación.
Era maravilloso, porque me pasaba todas las mañanas en la escuela haciéndolo, sin que nadie sospechara que yo en ese instante no era una estudiante, sino un asesino a sueldo, posiblemente escapando de la policía.
A los diecisiete empecé a escribir cada historia que protagonizaba. Las hojas de mis cuadernos se llenaron de eso que podía ver con toda claridad con solo cerrar los ojos. A veces se tornaba un problema, porque pasaba demasiado tiempo en mis creaciones y muy poco en el mundo real. Pero... ¿qué es el mundo real frente a la posibilidad de generar tiempos, espacios, personajes... a gusto propio?

A los dieciocho elegí empezar a estudiar Letras, para poder describir lo mejor posible todo esto. Entonces, todos estos mundos van a ser posibles en papel.

No se si se entiende, pero cada vez que me veas un poco distraída, posiblemente es porque estoy jugando con esta maravilla que se me otorgó. 
 Yo, en mi cuerpito de Mechi, en mi vida de Mechi, en todos los lugares que frecuenta Mechi, puedo ser hombre o mujer. Niño, joven o anciano. Puedo ser un hada, una serpiente, un duende.
Puedo estar en un castillo, en una cárcel, en el reino de algún tirano. Quizá hoy, quizá hace veinte años, dentro de quinientos o en algún siglo pasado.

Soy creadora. En realidad, todos somos creadores, pero algunos no le dan importancia a eso.
Hola, lector. Estás en mi mundo. En este pequeño mundo que yo creé para vos. Lo voy a llamar "Cuando cae el sol", y vos vas a creer que sos un espectador.
Malas noticias... no sos un espectador. Acabás de ser el protagonista de tus propios quince minutos de maravilla infantil.

Así funciona.

Vos pensalo como quieras, pero la realidad es una sola: la imaginación no conoce esa cosa estúpida e insípida, a la cual llaman "límites".

Todo es posible. Ahí radica el "abrir la mente".

Sos dueño de vos mismo. Hacete cargo y disfrutalo.

Confuri... confusad... no, pará... ¡Confundido!

De lo que fue, se habló. De lo que es, no se habla. De lo que será, estamos atestados parlando todo el día.
Voy a tratar de hacer una cohesión, pero no prometo nada. Hay momentos en la vida en los que es mejor entregarse a un dadaísmo espontáneo. Este, evidentemente, no lo es.
¡Hey, vos! Si, ese que está leyendo atrás de esta pantalla. Tengo algo que decirte:
Pocas veces lo planeado sale tan bien como eso que no estaba en la lista de tareas.

PROMETO QUE TENGO UN PUNTO.

¿Sabés que pasa? No son ustedes, soy yo, que los virtualizo como lo que quiero que sean. Todos virtualizamos a las personas de la manera en que las deseamos.
Si yo quiero creer que hay un dragón sonriendo mientras lee este texto, vos no vas a ser un dragón sonriente, pero yo no estoy ahí para descubrirlo.
Lo ideal sería que yo nunca lo descubriera, porque quiero que sigas siendo un alegre dragonzuelo.

Lo prometo, tengo un punto.

¿A qué voy? (Porque viste que yo siempre me voy por las ramas y hago analogías que solo yo entiendo, no termino de explicar y salto con otros temas repentinamente).
Voy a que si uno no ve a una persona durante mucho tiempo o no la ve seguido, hace una suerte de emulador, que formatiza a ese ser. No se si me sale explicar cosas que... bueno, ahí va.

Quedate ahí, que tengo un punto.

En los momentos libres, imagino que algunas personas hacen ciertas...

Mentira. Es mentira.

No tengo un punto. Volvé más tarde. 


Esto es exactamente lo que te pasa cuando querés explicar algo que todavía no lograste explicarte a vos mismo en tu mente, pero tenés una vaga idea y querés exponerla.
Sí, ya se que te pasó al menos una vez.

Cambiar solo el olvido

Me acaban de cambiar el formato de Blogger, así que me tengo que acostumbrar a duras penas.
Sobre eso -precisamente- venía a hablar antes de ver este cambiazo.

A mí nunca me gustaron los cambios. Cambiar, para mí, implica dejar atrás una serie de cosas y no todas ellas pudieron haber sido malas.
Cuando alguien se va, cuando alguien muere, cuando alguien simplemente decide afectar a su entorno de otra manera... yo sufro un pequeño desliz hacia la locura.
Me resulta inaceptable.

Y con los cambios, llega el mítico y ya trillado: "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde".
Lo genial de nosotros, los Seres Humanos casi errantes (Y el "casi", va dirigido a aquellos que creen saber a dónde van), es que siempre estamos deseando personas nuevas en nuestras vidas, sin darles importancia a las que ya tenemos ahí.
Claro, como ya las tenemos ahí, se vuelven menos interesantes.
Estamos deseando que esa persona sea amiga nuestra, porque es genial. Estamos deseando que ese chico, esa chica, sea nuestra pareja, porque es ideal. Desearíamos que ese señor que sale en la tele, fuera nuestro padre. Que esa mujer que dice cosas super-inteligentes en el noticiero, sea nuestra madre.
Y, mientras tanto, en algún rincón ofendido del corazón, los amigos que antes nos resultaban geniales, las personas que nos parecían ideales a nuestro lado, ese padre, esa madre... nos miran con perplejidad.

Ayer me ponía a pensar... Si mis viejos fueran celebridades, sin cambiar su personalidad, simplemente como son... pero que todo el mundo los conociera...
A mi viejo, con ese amor profundísimo que tiene por la música, con esa capacidad impresionante para arreglar cosas rotas, con todos los conocimientos sobre fauna, historia, política, economía... Mi mamá, con esa voz hermosa, con esa creatividad increíble para cocinar, pintar, tejer, con la flor de sapiencia sobre cualquier cosa que le preguntés...
Cualquier pibe en el mundo, en este momento, estaría diciendo "Oh, cómo me gustaría que esos dos fueran mis padres". Pero claro, si yo no me ponía a pensar en cuáles serían las cualidades que podría destacar de ellos, si tuviera que escribir sobre la temática, no le hubiera dado consideración a estas cosas.

Otra salvaje anécdota en el mundo de los pecados del iluso, es la de asignarle el título de "hermana", a una amiga que tuve allá, por esos años de rebeldía y enojo constante. Cuando, por la otra puerta, se me estaba yendo una hermana que no había necesitado patear una botella en la calle para llamarse así.
Al final, mi amiga terminó siendo una conocida que ya no comparte un saludo en la calle y mi hermana, una persona a la que puedo ver únicamente si cierro los ojos muy fuerte.

Si yo diera la enseñanza clásica de "valorá a los que tenés, porque no siempre los vas a tener", sería la tipa más hipócrita del mundo. Yo todavía me peleo con mi vieja por tonterías. Todavía le contesto con indiferencia a mi viejo cuando me quiere mostrar algo que a él le resulta interesante (que, dicho sea de paso, cuando le presto atención, me termina interesando a mí también). Todavía sigo sin mensajear a mis hermanas para contarles cómo me va o preguntarles por sus vidas. Todavía sigo teniendo amigos muy pacientes, que no esperan un "te amo", porque lo tienen obviado desde el momento en el que entendieron que soy bastante olvidadiza.
Pero si te sale no ser tan tonto y valorar a las personas que te rodean, en la medida de lo posible, hacelo. Yo tengo la suerte de tener gente que invierte tiempo de su vida para leer lo que escribo, para preguntarme si estoy bien o para invitarme a compartir un momento con ellos. 
Agradezco que tomen esa postura conmigo y pido perdón por ser un tanto fría cuando no se cómo reaccionar.

Los cambios son inevitables. Ignorar lo que tenemos por desear lo que nos falta, también es inevitable. Lo que no es inevitable, es ceder un momento de la vida para demostrar afecto, interés, un pequeño seguimiento de la relación humana que llevás con ellos.

Este es mi pequeño momento de afecto, donde me tomo un tiempito para reflexionar sobre una estupidez que seguramente voy a seguir haciendo, pero nunca está de más recordarse a uno mismo que está siendo estúpido. Eso nos ayuda para cambiar cada vez que nos damos cuenta. 

"Cuando te olvidás de algo, hacete un puntito en la mano", me dijo una sabia persona hace unos días.
Bueno, yo vivo con un puntito en la mano.
Uno que dice: "Deciles que hacen tu vida mucho más hermosa".

Poesía para matar a Morfeo

Yo me burlo de mi propia mala leche rimando. Soy lo más parecido a un rapero enojado que existe. Y -de paso- le escribo las letras a Don Omar.


No te culpo por no darme alivio,
Mas mi alivio está en tu pereza.
Si quisiera, mi adversario,
te ofendería con sutileza.

Quizá la noche sea una musa amigable,
quizá me mienta a mí misma para ocultar
que la triste realidad
no es más que prolongar lo inevitable.

Sin caer en la obviedad,
que a mi cama siento austera,
Si dijera que no hay sueño,
caerías como fuera.

Si pudiera vencer la agonía,
bruja efímera que acarreo
Te gritaría, gran Morfeo,
¡Deja ya de robar mi día!

Otra burla de revistas

El que dijo que la belleza es subjetiva, se olvidó de encajar al ganado Humano en el concepto.
Lo más triste que le puede pasar a uno, es que le roben la subjetividad y le encajen una estructura encima, como para "compensar". En ese mismísimo instante, uno se convierte en ganado humano.

Si te hablo de mujeres, es porque el tema da para la parla. Me enfoco en ellas, porque están vistas como seres sensibles, que se dejan afectar por el abuso del concepto de "belleza" que se estructuró en las últimas décadas.
Un número en la balanza, la combinación de prendas de vestir, inclusive la actitud, ya están determinadas para que los medios las distribuyan sin piedad, bajo el falso (y burdo) nombre "lindo".

Para la mujer actual, la belleza es una serie de requisitos casi enfermizos.
La belleza es flaca. Y a veces es madre de enfermedades horribles como la bulimia y la anorexia.
La belleza es una dama y busca un caballero. Muchas veces nos obliga a abusar del rosa y los zapatos de tacón, cuando solo queremos un poco de verde y zapatillas. Y tantas otras, a esperar que nos abran la puerta y nos acerquen la silla, como si no pudiéramos hacerlo por nosotras mismas.
La belleza es famosa. Y a veces deja mal entendido que hay que tener un millón de amigos virtuales y estar en boca de los demás para ser hermosas.
La belleza está desnuda, tiene senos enormes y cola redonda. Y si no las hay, las hacemos a punta de bisturí. Y si las hay, las mostramos sin escrúpulos en internet y por las calles.
La belleza es joven. Y si te pasaste de los cuarenta, otra vez aparece el amigo bisturí.
La belleza es sumisa. Y muchas veces, se deja degradar sin rechistar.

Y a eso le llaman "subjetivo". Cuando algo tiene requisitos que condicionan, ya es demasiado tarde para pensar por uno mismo.
No voy a mentir, es un texto por descargo emocional. Es bochornoso que algunas personas se crean un cero a la izquierda por no cumplir a rajatabla con estas condiciones.

El modelo de "belleza" está impregnado en los cráneos de muchos seres pensantes. El "six-pack" en los hombres y el "90-60-90" en las mujeres, les ha hecho creer que son dignos del "descarte".

Escupo la verdad en la bonita cara del estereotipo gastado:
En los dieciocho (no creería que mencionar "prontos diecinueve" le diera más importancia al enunciado) años que llevo viviendo, he tenido complejos de los más estúpidos. Mucho más a esa edad insegura que va desde los 13 a los 16 años.
Me creí gorda, aún cuando no estaba diagnosticada de obesidad ni sufría ninguna enfermedad, como les toca padecer a otras personas. Me creí fea, aún cuando el espejo me devolvía una y otra vez la imagen de una nena sana.
Y llegado un determinado momento, la única justificación que encontré fue: "Es la edad".
Es realmente una patología estúpida, considerarse menos por no tener un cuerpo de revista o una vida millonaria.

Si ese chico o esa chica te rechaza por no cumplir alguno de los requisitos de "belleza" actual, sentite plenamente feliz, porque acabás de evitar a otro/a ganado humano y no lo vas a tener en tu vida, mugiendo y rumiando estupideces constantemente.

Si estás sano, disfrutalo. Preocuparse por esta clase de cosas ocupa una buena suma de tiempo. Lo que recomiendo, es usar ese tiempo en hacer progresos en vez de dejar que estas cosas te empujen para atrás.

Andá para adelante. Al que le guste, que lo disfrute. Al que no, que busque algo que sea de su goce.
No necesitamos ser una figura más, uno de esos redundantes físicos de revistas. Hagamos la diferencia. Los salmones son hermosos y viajan contra la corriente para iluminar al mundo con más de su belleza. Esa belleza sale del huevito y viaja contra la corriente para seguir el legado de un círculo eterno.
Iluminá con la belleza que ya tenés, que es la justa y necesaria para ser único en el mundo.

Si vas a mostrar, que sea lo mejor de vos. Si vas a cambiar, que sea para ser una mejor persona. Si vas a adelgazar, que sea por vos (o por tu salud, si fuera el caso), no por el ganado. Si usás tacos, que sea porque a vos te gusta hacerlo.
A los que te dan pelota, seguiles dando lo mejor. Los que no te prestan atención, es porque les interesan otras cuestiones que te son ajenas. Y no necesitás que dejen de serlo, si no querés.
Por lo pronto... mostrate como sos, que ahí se descubre quién está con vos y quién no.

Nadie vive por vos.
Viví por vos mismo.

¡Apaguen los micrófonos! ¡Esto es un asalto a la cultura!

Me gusta madrugar. Madrugo, pero en el sentido retorcido en el que uno vive la madrugada en pañales, no esas seis de la mañana que se venden como "madrugada".
Cuando "madrugo" de esta manera, por lo general un bichito entra por la ventana y me inyecta una dosis elevadísima de creatividad. Lo espero. Todas las noches lo espero, porque es él quien me "dicta" lo que tengo que escribir. Es él quien conecta el cerebro con las manos.
Ese bichito está en todos lados, pero hay que esperarlo pacientemente.

Me gusta pensar que soy joven. Me fascina la idea de estar tan llena de energía, tan apasionada por la vida, con tantísimo tiempo para decir, hacer y pensar todo lo que de abasto en mi cuerpo, mi alma y mi mente.
La juventud, estimado lector, es eso. Juventud es energía vital, es tener "ganas de" y calmar esas "ganas de" con maestría propia del pecho enardecido, esa lucha constante por unir la voluntad al medio y el medio a los demás.
No hay edad para ser joven.

Me gusta generar pequeñas polémicas que no pasan de un "esta chica está completamente loca". La locura, galanes de la noticia vieja, la locura es el único fenómeno humano que abre las puertas al miedo a la verdad.
Aquellos que nos apagan los micrófonos a nosotros, los locos de remate, son los más aterrados a la diferencia de pensamientos. Les da miedo la realidad, porque nunca es tan bonita como el vanguardista cuadro de la mentirita piadosa con la que dormimos tranquilos. Y... ¿qué es la verdad?
Bueno, la verdad es propia del discernimiento, más arraigada a la subjetividad que a una "dudosa naturaleza de las cosas". Pero la verdad ya la impusimos con el primer Ser Humano y la seguimos a lo largo de los milenios. Nadie puede cambiar un hecho en la historia, pero sí puede contarlo de otra manera:

Si "Juan lanzó la pelota" es el hecho, seguramente uno dirá "Juan es un vándalo que rompió una ventana con la pelota" y el otro dirá "Juan es un chico inocente, que estaba jugando a lanzar una pelota, pero no rompió nada". Contando que Juan es hijo nuestro y tenemos que responder ante su irresponsabilidad.
La primera frase es el hecho que sucedió en un determinado lugar y momento. Los testigos dan el primer relato y este relato se va modificando, dependiendo de la credibilidad del mismo y del punto de vista del espectador.
Durante los años posteriores, Juan pudo haber sido santo para unos y demonio para otros. La realidad, es simple: Juan simplemente lanzó una mísera pelota.

Pasa en el mundo actual. Los que creen en el vándalo, no van a escuchar los fundamentos de los que creen en el chico inocente. Eso, señores, es pérdida de la verdad. Si no nos escuchamos unos a los otros, nunca sabremos regenerar un hecho concreto.

Entonces, la Humanidad se divide en dos bandos: Los Juanistas y los Anti-Juanistas. Ninguno de los dos sabe si rompió una ventana o no, porque temen que la verdad sea diferente a la que ampararon durante años. El clásico "se nos cayó un ídolo".

Los ídolos son Humanos. Juan es Humano. Acepten que los humanos cometen errores.
No le apaguen el micrófono al que quiere refutar, porque podría ser importante. Más que importante, podría abrir las puertas a un mundo de dudas. Llenémonos de dudas, porque también nosotros somos Humanos y necesitamos aprender. Dudar no es de ignorante. Ignorar es de ignorante.
Dudar es una actitud propia de aquel que tiene sed de conocimiento, de explorar un mundo que resulta más que vasto.
Errare humanum est.

También está el que dice: "A mí no me interesa si Juan rompió la ventana o no", pero no entiende que la ruptura de ese vidrio nos incumbe a todos. Interesate por lo que te incumbe a vos también, porque vos tenés que responder ante lo que haga el chico.

La injusticia camina entre nosotros. Está ahí, tomando un café con la mentira, mientras la verdad se limita a dejarles unas facturas en la mesa. Nadie escucha a la verdad. ¿Qué es un simple mesero al lado de dos eminencias, de dos grandes empresarios de la vida?

Vamos a lo cierto. Yo quiero saber qué hizo Juan, cómo, por qué y cuándo lo hizo. También quiero escuchar a los dos testigos, para informarme mejor, para saber qué puedo tomar de cada uno y cultivarme de ello para generar mi propia idea. Es la única manera de poder justificar los pesos que vas a tener que poner para pagar la ventana. O si se lo piensa, para saber si siquiera es justo pagar por ella, si te corresponde realmente.

Errare humanum est. Basta de idolatrar. Aprender de lo bueno y de lo malo. Escuchar al que opina diferente. Así se hacen los grandes progresos.

Nos vemos en el próximo texto. Gracias, estimadísimo lector.

Hablar de uno mismo

Si uno plantea describirse en cuatro líneas, se dará cuenta de que algo tan complejo, como lo es un Ser Humano, requiere de todo un análisis que podría llevar la vida entera.
Por lo pronto, uno suele preguntar por estilos musicales, colores, estados de ánimo y otras nimiedades que hacen a la punta del iceberg, pero no definen absolutamente nada.

Entonces, ¿cómo se analiza uno y exprime para exponer al resto?
Uno simplemente no lo hace. Si expusiéramos la totalidad de nuestra persona, entonces no quedaría nada para ese rincón personal y privado, que es la mente propia.

Si yo digo que mi color preferido es el rojo, me fascina escuchar un poco de todos los estilos musicales, si tuviera que elegir un momento del día, sería la madrugada y un pokemon, definitivamente Vulpix, estoy dando un simple vistazo a mis gustos.
Detrás de los gustos, también hay sentimientos. Hay una palabra asignada para los más famosos, pero no para los menores. Para lo que te produce esa canción que escuchabas de chiquito y volviste a encontrar por casualidad, para lo que genera el olor a invierno y una noche de luna llena... hay miles de sentimientos que se quedaron afuera en la fiesta de la Real Academia Española.
También hay palabras para indicar el estado de ánimo de uno, pero esto tiene muchísimas variables, dependiendo del entorno, así que sería imposible reunirlas a todas para articular una oración que identifique a la perfección el hecho en cuestión.

Entonces, los lobos son mis animales preferidos, hay una canción de Andrea Bocelli que puede sacarme piel de gallina en cualquier momento que la escuche, soy bastante optimista, amo generar cambios en mi entorno y en los demás, soy bastante buena en pastelería y me gusta leer, son datos que dejan muchísima Mechi por conocer.

También hay recuerdos de un pasado casi nulo y anhelos de un futuro, que cambian cada vez que uno se ve afectado por el presente.

Esa, mis queridos lectores, es la magia de ser un Ser vivo tan complejo. Seguiremos estudiando, pero jamás llegaremos a vaciar el océano y ver el iceberg entero.