Una mosca en mi sopa

Hay muchas cosas que me molestan. Hablar de lo que me molesta es molesto: me llena de la calidad de negativo de aquello que no es constante.
Me molestan los que se las dan de modernos. Y me molestan tanto, que cada día me vuelvo más anticuada. Pero, ¡ojo!, que no me hacen ruido los liberales ni los adolescentes, sino aquellos que juzgan todo y a todos por cualquier nimiedad.
Mi mayor molestia es la de haber nacido indecisa con respecto a mi género. Por un lado, me gusta ser una mujer heterosexual cuasi-independiente. La sensación de ser un objeto frágil me molesta, pero viéndolo de otra manera, es agradable sentirse protegida de vez en cuando.
Por ese otro lado que me falta citar, quiero definirme como una eterna exploradora de universos ilusorios. Y he aquí, la frase esperada: Siempre quise ser varón.

Es una cuestión compleja. Podría detallarla -inclusive, es lo que voy a hacer- pero igual no tendría sentido, porque ellos -los modernos- creerían que soy una de esas personas "nacida en el cuerpo equivocado". ¡Claro que no! Yo nací en el cuerpo correcto... pero nací con demasiadas inquietudes y una imaginación, cuyo motor se alimenta de oxígeno.
La problemática se debe a una proyección breve de mi persona -en la que me excusaré por hacer honores al mal uso de la egolatría-, que me puntualiza como "más rústica que el propio hombre".
Tendría menos problemas de existencia si mi anatomía no me limitara a ser un humano anodino y debilucho. En varias ocasiones, tomo decisiones pensando con el cuerpo de un hombre y mis reacciones no son propias de una fémina. He ahí lo que usted, mi querido lector, podría denominar con la terminología coloquial de "machona".
Es la cuestión más simple del universo actual, pero no sabría decirle si es soberbia o curiosidad. No me alcanza con hacer uso de la feminidad, también necesito explorar el cromosoma que no me fue asignado.
Soberbia sería subestimar a mi lector, concediéndole el burdo título que le impide interpretarme, y me subraya en el papel de una ambigüedad retórica. Sabrá usted entenderme si mis palabras fueran las correctas, pues de lo contrario, yo no sería una escritora digna de un lector como quien devora este texto o -quién dirá- una trágica viceversa.

Siempre ha sido una mosca en mi sopa, el asunto de haber nacido circunscrita a un solo parte físico y temporal. Quizá algún día mi 'curiosoberbia' se expanda y me encuentre ladrando, balando o más allá de los días, volando sin tinta ni papel.