Eso que habita en uno...

Yo se que uno no necesita la aprobación ni el orgullo de los demás para vivir, pero juro que cada vez que alguien sonríe por mi culpa, siento un huracán de vida en el pecho. Es terrible. Pero ese "terrible" que se desprende con fuerza de "hermoso" y se mete con pasión en "mágico".

Lo digo, y no me tiembla el pulso, por los que se abren a recibir mis mensajes, esos que mando entre líneas y dejo plasmados en colores. Es un momento épico, ese en el que alguien me dice "me sentí identificado con lo que dijiste, con lo que dibujaste..."
En ese momento yo entiendo que alguien dejó un poquito de su tiempo para prestarlo a lo que yo tenía para expresar.  Y es mucho más grande cuando, además, causó un impacto positivo, cambió algo en él, lo hizo sentir acompañado...
Siento que nada en la vida es en vano. Siento que cada intento, que cada suspiro, que cada emoción está bien fundada y tiene una razón de ser.
Siento que el mundo es enorme y yo soy chiquitita. Siento que la vida es el instante en el que venimos a este suelo para disfrutarlo, descubrirlo, crecer con él, aprender...

Y hay tantas cosas que nos mueven por dentro y hacen que ese temblor se exteriorice... que me parece estúpido desaprovecharlas. Un abrazo, un par de notas justas en una canción, algún texto, un beso cargado de amor, un amanecer frente al río...
Respirar no es realmente la prueba de estar vivos. La prueba ideal, la prueba exacta... es estremecerse con algo, maravillarse, disfrutar, es sonreír con o sin motivos.
Yo se que soy redundante en esto, pero lo voy a seguir sosteniendo: Disfrutá de estar vivo.


Júzguenme solo por lo que palpita en mi pecho...

La admiración que siento hacia el mundo y sus habitantes, también es digna de comentar. Siempre dije que los maestros están en todos lados. No respetan edades, no respetan géneros, tiempos, espacios físicos. Solo están ahí, alrededor tuyo. En vos está aprender de ellos.

Juzgalos solo por lo que palpita en sus pechos...

¿Y que están llenos de sueños? Por supuesto. Si seguís lo que te digo, juzgándolos por lo que palpita en sus pechos, esos sueños se cumplen. Y se cumplen, porque los veo cumplirse a diario.
Y cada sueño cumplido, es una esperanza nueva, otro sueño más por cumplir. El ciclo más hermoso está en los ojos de los ajenos, de los cercanos, de los conocidos y los desconocidos.

Cuando estoy de mal humor, me siento a ver a las personas. Es una terapia relajante. Pensar que cada una de ellas lleva una historia, que cada una de ellas está atestada de estos sueños de los que te hablo... me inspira.

Usted, lector, me inspira a escribir todos los días algo nuevo.
Por eso, muchas gracias por existir. Gracias por permitirme ser la institución momentánea a través de la cual usted recibe ese título tan lindo, el de "Lector".
Gracias por darme letra, por ayudarme a olvidar los malestares.

Ayer hablábamos con uno de esos hermosos sueños nómades, que la felicidad no es una meta por la que se lucha toda una vida. La felicidad es un sentimiento, es un estado.
La felicidad es algo por lo que se tiene que vivir día a día. Uno la elige, uno la crea. Uno la propicia, le autoriza a invardir un alma. Somos dueños de este estado a diario, aunque muchas veces lo olvidemos.

No vivas buscando la felicidad como un punto de llegada en esta carrera, que es la vida. Viví, mejor, pensando que a ella podés llegar todos los días y que este objetivo, este mismísimo que conseguimos por nosotros mismos, nos abre las puertas a la infinidad de magia que hay allá afuera.

Gracias, nuevamente, por crear este momento que siempre será nuestro.


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