Allá, en la infancia

Yo que los escuché hablar de arrabales,
soñando un Buenos Aires
pichón de algún ayer.

Yo imaginé calles de piedra,
paredones, tintas rojas
y un cantor en un burdel.

Allí bailaba a tropezones,
actuando de pantomima,
Le di manija a muchos versos,
pifiándole a las rimas.

Y aunque no es joda escribir de estas cosas,
yo tengo un tango en mente y me condena,
y cada estrofa sale a duras penas,
pensando en Mariano Mores, dirá,
que quizá es una locura,
Cantar escribiendo, escribir cantando,
pero de chicos y algo de locos,
es de saber, siempre tendremos un poco.

Qué me dirán los que siempre opinan,
que yo los hago trompicar,
cuando le escribo una atrás de otra,
Ay, si supieran que al cantar
uno se llena de poesía el alma.
Y al alma siempre hay que dejarla llenar.

Yo tengo amigos de dos por cuatro,
que me acompañan a imaginar,
Calles de piedra y arrabales
O algún cantor, trovando en un bar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario