El mapa

Íbamos a tercer grado y yo todavía era demasiado desordenada. La maestra de primero ya me había dicho: "Si abro tu mochila, ¿me saldrá una rata de ahí?". 
Tenía razón la muy bicha. En mi mochila se podía encontrar cualquier cosa.

Falté un día a clases y justo era esa clase en la que explican lo que van a tomar en el examen. Era de Geografía.
La maestra le dijo a la "más inteligente" (si, porque los adultos nos hacían competir y nos daban calificativos de acuerdo a nuestro desempeño) que me prestara el mapa que ya estaba pintado con las delimitaciones de algo... no se si eran tribus de aborígenes o algo por el estilo. Tenía que copiarlo.
Agarré el mapa, lo guardé y más tarde lo copié en uno en blanco. 
Creo que pasaron dos días. La nena no me pidió el mapa personalmente, ni siquiera me dijo "che, devolveme ese papel de mierda que es mio". Nada, ni un poquito de comunicación.
Por el contrario, fue con la maestra (la que era medio forra y nos calificaba según nuestra "inteligencia") y le dijo que yo no le había devuelto el mapa. 
Adelante de toda la clase, la maldita gritó en cantito: "Mmmmmeerrrcedeeees ¿dónde está el maaapaaa?". Todos los nenes me miraron.
De los nervios, saqué la carpeta y empecé a darle vuelta a las hojas rápido, mientras la tipa seguía diciéndome cosas. Cosas como "eso te pasa por desordenada"... si, yo era desordenada, pero justo a ese papel lo tenía ordenado en la carpeta.
Me iba poniendo más y más nerviosa y creo que pasé por arriba el mapa unas quince veces. Empecé a llorar y le dije que no lo encontraba. 
La nena me odió. Como se odian las nenas. Eso de "los nenes con los nenes, las nenas con las nenas" no funciona, las nenas simplemente compiten. Pero no compiten porque nacen competitivas, compiten porque los adultos son muy imbéciles y las hacen competir. Como mi maestra de tercer grado.

Creo que se rieron de mí. A mi no me importaba la risa, me importaba haber roto el compromiso de "prestame, lo copio y lo devuelvo". 
En el recreo lo encontré y lo devolví. La piba nunca me dejó de mirar con odio.

Yo me embronqué con quien no debía. En realidad tenía que tenerle odio a la maestra, que nos hacía pelearnos entre nosotros. Ella pudo haber hecho de medio entre la nena y yo. Pudo haber esperado al recreo y decírmelo en voz baja, sin que nadie lo supiera. Pero no, ella quería que todos supieran.
Me enojé con la nena y me junté con mis amigas. Una de mis amiguitas era medio hija de puta (con perdón de la palabra), y me dijo que lo mejor era llenarle de bichos la mochila durante el recreo del día siguiente. 
Con el enojo que tenía, me parecía una idea genial, pero era muy inocente y se lo conté a mi mamá.  

Mi vieja a veces es re racional.
Lo único que me dijo fue: "Me parece una idea horrible. Por más que ella no te haya pedido el mapa personalmente, tendrías que haberte acordado vos primero e ir a llevárselo. Y si alguien te hace mal, ignoralo, no le des venganza. La venganza es para personas malas. ¿Vos querés ser mala?"

Obviamente, yo no quería ser mala. Me olvidé de todo. 

Amo esa enseñanza. Es la mejor de todas las que tengo. 
Si escribieran un manual de la vida, quisiera que esa fuera la primera enseñanza.
Desde ese día, las personas que me hacen mal son ignoradas. 
¿Saben qué? Ayer le dije a mi vieja: "Que bien, ya no hay nadie que me haga mal".

A veces me la olvido, pero siempre hay que tenerla presente.
Chasgracias por leer!

No hay comentarios:

Publicar un comentario