300 días con él.

"Es una necesidad.
Más que una necesidad, es un vacío, como una extensión del propio ser.
Es torpe, como si no supiera andar sin una mano de apoyo, como si no supiera respaldarse en nada más que un pecho firme, como si no supiera, quizá, subsistir sin el refugio de un par de brazos.
Inútil, como intentar respirar sin oxígeno.
Es absurdo, no saber explicarlo resulta ser lo más detallado, el silencio resulta ser mucho más manifiesto."


Había estado presa de una atracción que podría haberle resultado en desastre. Quizá fuera porque los ojos de aquel chico fijaban en otra figura, una muy diferente a la suya. Jamás había bajado los brazos... hasta ese momento.

Hacía frío. Los juegos inocentes se abrazaban con la noche simbólica de la amistad, mas en ese aire helado existía algo más. Convivía con el ardor de muchos corazones, que quizá lo hicieron aún más fuerte.
Estaba ya resignada a adueñarse de su cariño, jamás lo lograría.
Pasó horas frente al espejo... se puso un lindo vestido, se ató el cabello, se maquilló y se puso aros... por primera vez en mucho tiempo. Era el anhelo de la última oportunidad de que esos ojos tan distantes al fin devoraran su imagen, se apropiaran de ella, la hicieran suya.
Quizá entre tantos juegos y risas, ella pudo ver un atisbo de ansiedad en él. No, no podía ser. Él ya le había confesado que estaba por alguien más. Alguien que no era ella.
Eso había pasado hace mucho, pero el sentimiento aún vivía dentro de ese frágil corazón de niña.

No era una historia de amor. Y si lo era, no le pertenecía a ella.

Después de tanto alboroto, de tantos gritos y música fuerte, ella huyó a una habitación para encontrar algo de paz. Estaba perturbada por las sensaciones que él le producía. Estaba despechada por el rechazo que él le había entregado, aún sin saber que ella moría por el roce de su piel.
Hubo dos o tres entradas. Personajes conocidos, personajes queridos. Se preguntaban si ella estaba bien, pero yacía en una cómoda cama en la que estaba empezando a conciliar el sueño, alucinando la voz de él... que la saludaba desde lo oscuro de ese cuarto...
Se despertó repentinamente. La atmósfera había cambiado, podía notarlo.
Su cuerpo se estremeció, como si anticipara la llegada de una caricia certera. Él estaba ahí, sentado a los pies de la cama.
Aunque lo suficientemente lejos para sentirlo, ella tenía calor. El calor de lo insoportable que resulta la distancia cuando se desea algo.

- Contame un cuento, para que pueda dormir.- dijo ella, entre risas.
- Bien, había una vez un lobo medio confundido. Vivía muy tranquilo acechando a una caperucita...
- ¿Y que pasó?
- ... apareció otra caperucita en su camino. Una distinta, una que no se parecía a ninguna otra en el mundo. Una muy linda, que lo ponía un poco inquieto. El lobo no sabe qué hacer, porque no tiene muy en claro si esta caperucita lo quiere cerca.
Él hizo un silencio que a ella le pareció eterno.
- ¿Cómo continúa la historia? ¡Quiero saber! - Exclamó ella, impaciente.
Él se acercó hasta cubrirla con la mitad de su cuerpo. Su respiración se sentía en la mejilla de ella. Aunque no pudiese verlo, lo sentía cerca y eso era suficiente para que el deseo le quemara la piel. El anhelo se volvió aún más fuerte e insoportable.
Sus brazos hacían peso alrededor de ella en la cama, se sentía nuevamente presa, pero esta vez deseaba estar cautiva. Se sentía protegida, como si él la estuviera reclamando entre otros hombres, como debía ser, como ella quería que fuera.
Entre la oscuridad de esas cuatro paredes que los abrigaban del invierno, él dejó su jadeo casi imperceptible y acercándose lentamente, susurró:
- Depende de cómo quieras que continúe.
De repente todo desapareció. Ella sintió la calidez de esos labios que tanto había ambicionado. La caricia fue más que agradable, la hizo viajar en un torbellino de sensaciones, mareada, sin conocimiento de nada más que eso que acababa de descubrir.
Todos sus sentidos estaban enfocados en ese beso tan esperado, que hacía tan solo unos minutos le resultaba imposible... y ahora estaba ahí... sacudiéndola, invadiendo cada centímetro de su ser.
Se sintió volar cuando la mano de él le sostuvo el rostro, demandando más y más.
Pareciera que ese frágil corazón de niña iba a escapársele del pecho. Se iba a desprender con violencia de ella para unirse al de él.
Después de ese universo en el que sólo existían ellos dos, no había nada más. Ni los gritos de alegría detrás de las paredes, ni la música a todo volúmen... oscuridad, calor y dos vidas unidas en una.
- No sabés las ganas que tenía de hacer eso.- concluyó él, con la respiración entrecortada y un calor nuevo. Uno que lo obligó a abrazarla, para no perder la cordura de un solo tirón.
Era algo clandestino, algo que no debía conocerse. Ese sería su secreto...

... pero como todos sabemos, algo tan caprichoso como el amor no se puede ocultar por mucho tiempo. Un mes más tarde, cayeron rendidos en la tentación y en un descuido, fueron descubiertos besándose con la intensidad de la primera vez.
La sorpresa impresa en la cara de los amigos solo confirmó lo inevitable: la aventura recién había comenzado.


Y ese, amigos míos, es el inicio de mi propio cuento de hadas.
Bueno, quizá no solo hadas, tal vez también haya un poco de elfos, orcos, poporis, humanoides, pet partners, magos, duendes, dragones, músicos, amigos medio locos y... bueno, creo que se entendió.

Gracias por tantos despojos de aliento, amor mío.

1 comentario:

  1. Felicitaciones! Me encanta, por muchos momentos más con tu chico querida! te quiero hasta el cielo ida y vuelta en carretilla!

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