Más que personas

Conseguite un buen grupo de amigos.
Lo vas a saber porque serán ellos los que te hagan sentir cómodo en todo momento. Vas a saber quienes son, cuando te hayas dado cuenta de que la ausencia de cada uno se marca perfectamente en un vacío... "Che, falta algo acá". Son los chistes de ése, son las anécdotas de aquel...
Vas a estar esperando durante toda la semana a que llegue el momento de verlos y cuando lo hagas, vas a ser vos mismo desde el "hola" hasta el "adiós".
Ellos te van a acompañar, escuchar y entender, pero no los juzgues si alguna vez faltan en la necesidad, todos somos humanos y tenemos problemas, obligaciones y tiempos distintos.

Si, yo los encontré. Los encontré ahí donde la música invita a sonreír. Estaban donde menos lo esperaba y eran como jamás los imaginé.
Una vez pensé: "No son ellos, no pueden ser ellos"... y a la semana, había caído en la cuenta de que los ansiaba, los quería y me eran algo tan interesante y hermoso...
Ahora me dedico a disfrutarlos. Te lo deseo a vos.

También me enamoré de alguien... y ese alguien llegó junto a ese lindo grupo de amigos.
Aunque el primer beso fue digno de una novela de Danielle Steel, no lo supe en ese instante. No lo supe aunque cada vez que nos veíamos, parecía una aventura de Antonia Michaelis... y tampoco me di cuenta de que cada conversación nos llevaba a conclusiones similares a las de algunas obras de Robert Fisher.
Estábamos escritos con otra pluma. Una nueva.
Lo comprendí luego de leernos en ese manuscrito nuevo. No es el idealista Francisco Leal, tampoco el disparatado Quijote, mucho menos un perspicaz Hércules Poirot. Sin pinta de héroe con armadura ni rebelde estrella de rock, sin el porte de un Caballero de la Mesa Redonda ni las precisas respuestas del Oráculo.
No, es muchísimo mejor. Un personaje que se escribe y reescribe incesantemente. Un Humano entre siete mil millones, en un lapso de tiempo en constante cambio.
Es ése y no otro. Es la cara que uno busca en la multitud, la presencia que uno anhela en la soledad. El personaje que jamás fue escrito, porque es parte de una espontaneidad pulcra, demasiado azarosa para apuntarla en mis papeles.
Me enamoré de él, porque me gusta escribir. Me enamoré de él, porque él no estaba escrito. Y me enamoré de él... porque cada día, sin pensarlo, lo escribo y reescribo como mío. Me adueñé de los derechos de su naturaleza ficticia, no así de la real.
Algún día, distraído y en busca de lectura, él va a tomar mi texto. Algún día, paciente y determinado, él finalmente se va a leer como yo lo leo hoy. Y será ese el día en el que comprenda por qué fue suyo ese rostro que yo buscaba en la multitud... por qué fue suya la presencia que yo anhelaba en la soledad... por qué jamás necesitó ser un Quijote, un Leal ni un Poirot, para cautivar mi más profundo interés por ese personaje que se reinventa a cada minuto.
Y es así como mi protagonista se roba este espacio y lo hace suyo. Es así como cada noche apago la luz pensando en lo maravilloso del misterio, pensando en que el Maktub cae rendido cada vez que él abre la boca.

Y es así como te lo deseo a vos también.
Recordá que todas las personas que te rodean, son mucho más que solo personas. Cada una de ellas es una historia, cada una de ellas es una emoción, un sentimiento, un frasco nómada de ideas y acciones increíbles... uno en siete mil millones.

Y jamás olvides que vos también lo sos.
Gracias por leerme hoy.

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