Seis prácticas maneras de combatir problemas 1


Relaciones Humanas

Otra que la Teoría del Iceberg, salvando al tercero en discordia y con ganas de discernir con alguna que otra práctica social, venimos desde hace mucho tiempo peleándonos como perros y gatos a fin de resolver circunstancias que siempre terminan en un insulto. 
Como quien quiere la cosa, vengo a plantearles una serie de resoluciones prácticas a un problema simple que parece terrible: El altercado.
El nocivo altercado está entre los amigos, padres y madres, entre las parejas y los hermanos, rompe lazos entre naciones y violenta al más sereno. La finalidad de este texto es intentar matar al altercado para parir la discusión sana y el debate racional.
Cabe aclarar que cada persona tiene sus métodos, pero yo quiero proponer los míos para contribuir a las preciadas alternativas que tanto nos gustan.
Sin un orden preciso y con muchas ganas, abro así:


1- Pensar en frío. Ante cualquier situación que propicie la ira, hay que darse un espacio lo suficientemente grande como para enfriar la mente y despojarse de todo enojo. Es sabido que la bronca y la impotencia suelen ser madres de accionares como decir algo hiriente o violentar físicamente a la otra persona. Uno siempre termina pagando este tipo de cosas con arrepentimiento. 
Para esto, es necesario reclamar a la memoria una lista de positivismos por los cuales es necesario mantener una discusión fundada en la paz y la armonía. La música, una buena siesta o un momento a solas pueden marcar la diferencia entre un "te odio" y un abrazo.

2- Las palabras contadas. Es necesario usar las palabras justas en todo término. Ni más, ni menos. No inhibirse, contando con ello que jamás hay que recurrir al insulto, pero tampoco extenderse lo suficiente como para abrir nuevos caminos hacia la discordia. Si basta con cinco palabras, no uses diez.
Para esto, es necesario usar el tiempo de la primera consigna y enumerar los problemas (siempre razonables) que se van a plantear. Todos deben estar bien fundamentados, sabiendo exactamente cuales son los motivos por los que nos enojamos. Hay que ser claro y conciso, dar lugar a preguntas y mantener la paciencia al nivel más alto. 

3- Todo problema tiene solución. Cerrarse a ella es el error más común en el altercado. Si pensamos que ya no hay vuelta atrás, que no queremos volver a ver al mal llamado "adversario", que lo hecho, hecho está y nada puede cambiarlo... perderemos un aliado de la Vida y con esto, un pedacito de paz.
Si la gravedad de la situación impide seguir, hay que recurrir a la raíz del problema. La gramilla debe ser arrancada desde su raíz para que no continúe dándole aspecto de abandono a nuestro jardín. Hay que tomar la misma medida con la situación de enojo.

4- Dirigirse al otro con serenidad. El volumen y la intensidad con la que hablamos juega un papel importantísimo en la discusión. Luego de haberlo pensado en frío, tener el discurso exacto y saber que hay una solución, debemos cuidar los modos de expresión al máximo. Mirar a los ojos, no balbucear, hablar claro y proponer la relación como un fin que hay que cuidar. También es primordial tener en cuenta una lista de acciones claves para generar acercamiento: posar la mano en el brazo del otro, no fruncir el ceño ni cerrar los puños.

5- Las nuevas tecnologías son un arma de doble filo. Si bien nos unen en los buenos momentos, son capaces de separarnos en las malas sin ningún problema. Detrás del teléfono o de un monitor, uno no puede percibir más que el tono de voz o lo textualmente dicho. 
Lo preferible es que toda discusión sana sea cara a cara y lo más pronto posible al detonar el problema. De esta manera, podemos jugar con el contacto físico y las expresiones, con el volumen de la voz, explayarnos mejor y dar espacio al otro para hablar con comodidad. De este modo, también contamos solo con la memoria de las dos personas y no con un historial que se pueda releer para revivir la rabia. Lo interesante está en olvidar lo malo y guardarse todo lo bueno. 

6- Aceptar que uno no siempre tendrá la razón. En una disputa, es muy importante saber agachar la cabeza cuando el otro está en lo correcto. Hay que ser -en tanto podamos- justos e imparciales con nosotros mismos y con los demás. Para esto, hay que dejar de lado el hecho de que una discusión es una guerra donde un bando debe triunfar. La resolución del conflicto debe traer como recompensa una situación ganar-ganar y se debe cuidar el turno de habla de cada uno de los participantes.

Por último, quisiera dejar el mejor consejo que podría tener sobre el tema:
Siempre que una discusión termine bien, hay que coronar la victoria con un abrazo o un apretón de manos. No hay nada mejor que un acto de cariño para hacerle saber al otro que todo está bien. 

Para recordar:
Nunca pierdas un amigo donde podés ganar un lazo aún más sólido. Lo que no nos mata, siempre nos hará más fuertes.
Las relaciones humanas son un bien preciado que hay que ganarse con esfuerzo diario. Don't give up.

Gracias por leerme hoy.

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